jueves, 20 de febrero de 2014

La guerra de los hambrientos: Tormenta. Alfredo Álamo


Creo que por primera vez en la historia de este blog, tanto mi compi de letras Chuppy, como un servidor, vamos a coincidir en la reseña de una misma obra de manera correlativa. La ocasión lo merece, no lo vamos a negar. La novela que nos traemos entre manos es una sorpresa completamente gratificante para el que escribe estas líneas, hasta tal punto, que en sólo unas horas acabé con su lectura, algo que desde hacía mucho tiempo ningún manuscrito había conseguido despertar en mí ese ansia por descubrir qué se esconde en el final de la historia. Pero antes pongámonos en situación. 

Sinopsis: "Los hambrientos han comenzado su cacería, necesitan llenar el vacío que les consume el alma y las tripas. Diana sabe bien lo peligrosos que son y que no irían detrás de Ángel si no fuera por alguna razón muy especial; pero, según las leyes del Concilio, no puede ayudarle... aunque ella nunca ha sido muy buena siguiendo las normas. ¿Tendrá algo que ver con los grafitis que Ángel pinta a escondidas y que firma con sangre? ¿O será por alguna de las obras de arte que ha vendido en secreto por eBay? Ni siquiera Toni, su mejor amigo, conoce la verdad".

Comenzaré diciendo que cuando abordé la lectura de este manuscrito, no lo hice con muchas expectativas. No por nada, sino que la literatura juvenil de estos últimos años anda lastrada por los enormes éxitos de sagas como Harry Potter, Los juegos del Hambre o Crepúsculo, y todas dan vueltas sobre los mismos elementos pero con distintos nombres. Sin embargo, Alfredo Álamo nos da una bofetada en el primer capítulo y nos presenta una escena dramática que acaba con un tremendo Cliffhanger, y que al final no deja de ser un mero Macguffin que te obliga a avanzar en la trama y que desde ese momento, no te va a dejar pestañear durante la lectura.

El argumento pese a no ser muy elaborado ni lleno de giros, no está exento de numerosos detalles interesantes que hacen que la ambientación sea creíble durante toda la lectura, quizá gracias a que el autor ha sabido darle empaque a la misma mediante muchas referencias al mundo real, para acercar la historia al lector y conseguir que éste se sienta identificado lo más rápido posible con sus protagonistas. La tecnología también tiene mucho que decir e incluso posee parte de importancia ya que los protagonistas hacen uso de ella para conseguir ciertos atajos a la hora de llegar a según qué lugares.

Pero si hay un aspecto que me ha logrado cautivar, es la manera de afrontar la magia en la novela, muy alejada tanto de la saga de Las Crónicas del mago Negro, como del mismísimo Harry Potter. Aquí la magia siempre tiene un precio, y la mayoría de las veces no es un precio bajo sino todo lo contrario. Y la historia muchas veces te lo hace saber de manera cruda.

Si he de destacar algún elemento de la trama, son sin duda los Hambrientos, parte importante de la historia y sobre los que de manera indirecta, gira todo el argumento. Su figura es inquietante y sobre todo original: Una especie de zombies vampiros que se esconden en las sombras y que su mayor anhelo es degustar la sangre de cualquier mago que se le ponga al alcance. La idea de que el aroma de los magos es para ellos una perdición, y que la magia tiene un olor especial que queda pegado a todo lo que ha estado en contacto con ella, a mi me ha gustado mucho.

Los personajes, pese a no estar completamente desarrollados, al menos están muy bien perfilados y apuntalados en sus respectivos roles. Sus protagonistas, Diana, Ángel y Toni cargan sobre sus hombros todo el peso narrativo, pero en ningún momento se resienten por ello. Avanzan por la historia sin perder el paso, y aunque de manera muy leve, evolucionan lo bastante como para no quedarse en meros espectadores.

Pero si hay un personaje que se lleva la palma en este primer volumen, ese es Aleister. No sé por qué pero mi cabeza imaginaba un Gru, de Gru mi villano favorito, mezclado con un Nosferatu no tan castigado con la apariencia de éste. Su personalidad, su manera de dirigirse a los que le rodean, su desprecio por todo y por encima de lo citado, el secretismo que nos ofrece el autor con su pasado, ha conseguido que a cada aparición de este, mis ojos no se detuviesen ni un momento por el ansia de conocimiento de la historia.

Como es lógico no todo en la novela es positivo. Hay algo que no me ha acabado de convencer y que lastra un poco el acabado de la obra. Los chicos pasan de ser meros desconocidos, a perfectos amigos para siempre, unidos por unos lazos casi tan estrechos como los familiares. Además de esto, la trama, que en los primeros pasos avanza con una velocidad amena y lógica para lo que se va narrando, de repente se acelera y te hace perder el ritmo narrativo creado hasta el momento. Tampoco podemos olvidar el hecho de que la historia se resuelve en un espacio muy corto de tiempo y de un modo un tanto brusco, pero aún así no empaña el acabado general de la obra.

 Además, me gustaría citar la portada del libro, obra del genial y omnipresente Daniel Expósito, que esta vez nos sorprende con una ilustración más cercana al cómic que al realismo con el que nos tiene acostumbrados.

La Editorial Kelonia ha apostado fuerte por esta novela, y ha visto en su interior trazas de una obra que próximamente puede dar mucho que hablar entre los lectores del género y es por eso que se ha volcado en la promoción de la misma mediante interesantes iniciativas para alegrar la lectura al comprador medio.

Sin duda, una de las grandes sorpresas en el género juvenil para este año, y todo gracias a su ritmo dinámico y su narración casi cinematográfica. Probablemente, lo más cercano que tenemos en nuestro país a otros títulos exitosos internacionales de esta temática.

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