domingo, 29 de abril de 2012

La devoción del sospechoso X. Keigo Hirashino

Otra lectura extraña de esas que dejan con un sabor de boca muy agradable. No es la espactacularidad lo que te atrae de ella, ni tampoco lo retorcido de sus argumentos, pero he de reconocer que durante toda su lectura te atrapa y te empuja a llegar al final de la misma en busca del desenlace.

Yasuko es una joven madre soltera y divorciada que vive su vida atendiendo un pequeño puesto de bento y cuidando de su hija. Todo cambiará cuando su ex-marido venga a visitarla y en una discusión, este acabe muerto de manera accidental. Cuando los nervios comienzan a apoderarse de ella, Ishigami, su vecino de al lado se interesa por lo sucedido y ofrece a la joven su brillante mente para ayudarla a salir del problema. Todo parece ir perfectamente hasta que la policía comienza a indagar y con ésta, un brillante físico aamigo personal del investigador al cargo del caso, que ayudará a los agentes a esclarecer el homicidio. Cuando ambas mentes científicas se encuentren, el verdadero juego del ratón y el gato comenzará, pero a niveles desproporcionados.

El comienzo de la novela no puede ser mejor, con una explicación bastante somera de cómo es la vida típica de la clase media japonesa, se produce el altercado. Es así como en menos de veinte páginas, tenemos a la asesina, al cómplice, a la víctima, al investigador y a la única testigo de todo, con su identidad y con todas las cartas sobre la mesa. La pregunta es ¿Como hará Ishigami para convertir este homicidio en el asesinato perfecto y dejar todos los cabos bien atados? ¿Cual es la razón de que se ofrezca a ayudar a alguien a quien no conoce nada más que de cruzarse en la escalera y de comprar bento en su puesto? Estas incógnitas y algunas otras son las que plagan la novela, y que, pasito a pasito se van terciando con soberana maestría para no dejar en ningún momento ni respitar al lector.

La sociedad japonesa, tan diferente de la nuestra se ve aquí completamente radiografiada en una historia en la que los personajes son mas transparentes de lo que parecen, y tan opacos como ellos mismos quieren motrar. Se demuestra una vez mas que a pesar de la cercanía y el hacinamiento existente en los bloques de las grandes ciudades, las personas o se conocen y las que lo hacen, es por mera casualidad, no por contarse sus secretos como normalmente hacemos en occidente. Todos tienen algo que ocultar y rápidamente esto se va mostrando a lo largo de toda la novela.

Llama la atención la manera de proceder de la policía nipona, ya que cada vez que se acercan a alguno de los sospechosos para interrogarles, estos se ven cubiertos de millones de disculpas por los agentes de la ley, algo inconcebible en nuestro mundo occidentalizado. Además, la intimidad de los personajes, muy acorde con la cultura japonesa, tambien hace que la atención se fije cada vez mas en los protagonistas, atrapandote mas y mas en la trama y llevándote por unos derroteros bastante extraños.

No es ninguna obra maestra del género, pero su poca extensión ayuda a digerirla suavemente y a disfrutarla como si de un bocado de sushi se tratase.

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