sábado, 23 de noviembre de 2013

Body Shots. Daniel Expósito. 2.0


  

   Una nueva incursión por el mundo zombi aunque esta vez es algo diferente.
   De la mano de una colección de autores del género y basados cada uno de ellos  en una foto-ilustración creada por Daniel a partir de una foto a modelos reales, nos encontramos una antología de relatos totalmente gamberra.
   Empezando por un genial prólogo de  Carlos Sisi, en el que sitúa al  lector en la germinación de la idea primaria de esta obra, en la que Daniel da la vuelta  a crear una historia a partir de una ilustración y dejando que la imaginación de cada uno de los autores estuviese marcada por unas pautas diseñadas por él mismo, vemos que tenemos algo distinto entre manos. Lo que estamos a punto de leer es erotismo dentro de unas narraciones cargadas de crueldad, desarraigo y miseria, veremos que cada relato es más sorprendente que el anterior e incluso más salvaje.
   Abre el camino Juan de Dios Garduño, omnipresente en todo el volumen como veremos más adelante, con “Cuidad, chicas, allá voy”.   El oscuro pensamiento de un triste y abatido perdedor  dedicado en otro tiempo a la simple fotografía y que por morboso y cruel perversión se dedica a retratar a mujeres desnudas muertas antes del apocalipsis  y, una vez comenzado este, a  zombis.  Afligido, cansado y paranoico, estamos ante la confesión de un personaje confundido o simplemente pérfido.
   Con “Candy” de J.E.  Álamo comprobamos como se inicia la depravación de este individuo cuando, para fotografiar a una enfermera no-muerta utiliza cebo y, escondido en las sombras, captura la imagen que desea. Lenguaje soez e indiferencia ante lo que los demás piensan de él, son la carta de presentación de este personaje.
   “Angelina”,  de David  Mateo,  nos muestra a una vengativa heroína cubierta de odio e ira que se dedica a buscar, cazar y dar muerte a la escoria no infectada que deambula por el mundo a sus anchas y que es pillada en una de sus actuaciones por nuestro fotógrafo salido.  Oscuridad, odio, rencor y mención a anteriores superhéroes, marca este relato.
   En “Alba”  de Pepa Mayo nuestro “amigo” encuentra por casualidad una escena que, en otro tiempo, hubiese sido de lo más erótico y morboso. Un hombre atado a la cama desnudo y una mujer, también en cueros, que se contempla en un espejo con indecente sensualidad, con el hándicap de que ambos son zombis. Casual, doloroso y libidinosamente cruel.
   En “Peggy”,  de Athman  M. Charles,  somos testigos del desprecio del protagonista hacia una mujer que ansía por encima de todo ser la estrella y destacar. Con desdén, asco y vomitiva repugnancia nuestro “amigo” narra la vida pasada de esta chica y el camino obsceno que sigue hasta su agónico fin e, impasible, la inmortaliza en su enferma lujuria. Chulesco y miserable al más puro estilo matón de colegio.
   “Sarah”,  de Guillermo Tato,  nos presenta un desalmado encuentro con una chica que, de manera  milagrosa, le salva la vida y que, después de una tórrida relación espontánea, es entregada sin miramientos a las fauces de  los no-muertos ante la vidriosa mirada de su cámara. Dulcemente feroz y duro, este relato nos enseña la pasiva violencia de su protagonista.
   “Ada & Sofía”, de  Miguel Aguerralde , cuenta el curioso y enfermizo trabajo que realiza nuestro “amigo” en casa de Ada que, acompañada de Sofía, pretende realizar una sesión diferente, zafia y sangrienta en el que la crueldad de una depravada  mente crea una situación entre insana y desagradable. Brutal e impactante desde el principio.
   “Sol & Luna”,  de Alberto Morán Roa, narra una historia diferente, a pesar de su protagonista, que llena de dulce y ternura toda esta barbarie. En un encuentro casual, nuestro “amigo”, se topa en un callejón con dos enamoradas de las que una está infectada. Esto, en contra de lo que pudiera parecer, las ha unido más y, ante los ojos estupefactos del fotógrafo, terminan de forma increíble. Amarga y despiadada situación.
   Alfonso Zamora Llorente nos trae “Noah”,  un relato en el que volvemos a conocer la faceta más cruel de nuestro colega. Con premeditación y alevosía captura y encierra a una infectada y la somete a varios días de sesiones fotográficas hasta que, el hambre, multiplica la ira y la fuerza de la “chica” y escapa de su encierro, lo que provoca una huida y persecución mortal. Inhumano y atroz, te quedarás estupefacto.
   Encerrado en la sala de autopsias de un hospital, nuestro socio contempla el despertar zombi de una preciosa mujer que ha sido abierta en canal. Cautivado por esa modelo se deja atrapar en sentimientos que no son propios de él. “Liggeia”, de Iván Mourin , es otra pieza frágil dentro de este puzle cruel.
    Con “Zoe & Alexia”, de  Carolina Márquez Rojas,  volvemos a encontrarnos con otra relación  lésbica imposible. Caminando por las calles se topa con dos chicas entregándose al amor, aunque una de ellas está infectada y la otra, en un principio, no lo sabe. Esto crea una ola de venganza que las lleva a las dos a un final previsible. Tierno, implacable y crudo no quedarás indiferente.
   En “Libertad”,  de Víctor Mateo,  comprobamos la faceta más voyeur de nuestro “amigo” pues, con la excusa de comprobar el comportamiento zombi en la oscuridad, encierra a un grupo de ellos en una cerca y los observa hasta que, atraída por su olor, una espectacular “chica” se acerca al lugar donde él se encuentra y, después de unos pensamientos eróticos y lascivos, ha de salir corriendo ante la avalancha de zombis. Macabra y espeluznante situación.
   “Mitsuko”, de Macu Marrero,  es otra muestra de la enfermiza sociedad apocalíptica en la que se desarrolla este libro. Acudiendo al encuentro de una diosa de lo morboso, a la que debe una enferma devoción, nuestro socio sufrirá el dolor de contemplar una última orgía sin poder participar más que de lejos y tras el objetivo de su  cámara. Perfecta sintonía entre el quiero y no puedo.
   En  “Sarah II “, de Fernando Polanco,  volvemos a encontrarnos  con una chica zombi a la que nuestro amigo había dejado morir ante su cámara. Ahora, y de manera fortuita, ambos se encuentran y por un momento  los sentimientos hacen dudar a nuestro protagonista y creando una situación que a punto está de acabar con él. Una vez más gana la cobardía.
   Y volvemos con  Juan de Dios Garduño que con “Sandy, Mindy, Carla & las gemelas”,  da una vuelta de tuerca en la morbosa sociedad post-infección que nos ocupa. Usando los más oscuros métodos nuestro amigo se entera de donde graban porno con mujeres zombis y acude al lugar para comprobar con sus propios ojos e inmortalizar con su cámara a cinco de las más famosas y “bellas” chicas del enfermo género que excita a la humanidad del momento. Pérfido y ruin desde el principio hasta el final.
   Es en “Nancy”, de  El Torres,  donde nuestro “amigo” está a punto de morir bajo el ataque de un grupo de “lentos” que han  conseguido, después de que cayera al suelo, rodearlo y, cuando ya daba por terminados sus días, una espectacular amazona rubia con un mechón rebelde, unos shorts raídos y armada con una motosierra, consigue salvarle la vida, lo que provoca en él una reacción entre la sorpresa y la admiración. Se hace notar lo pusilánime, huidizo y cobarde del protagonista.
   En “Debbie, Patti & Wendy”,  de Marc Gras,  somos testigos de cómo la locura se abre paso en la cabeza de nuestro chico. Llevado por su enajenación  se encierra en un cuarto dentro de un desagüe donde hay tres chicas Z  y se realiza un corte para atraerlas y poder sacar una buena foto. Desquiciado y paranoico la situación  se le descontrola y el humor negro aflora sobre un montón de escoria.
   Leyendo “Araceli”, de Vicente García,  nos damos cuenta de que en un mundo apocalíptico hay gente aún peor que nuestro sádico fotógrafo y que este posee algo de bueno en su corazón  pues, movido por el rencor que le causa que la chusma superviviente y millonaria se valga del tráfico de zombis para satisfacer sus deseos más perversos y, si a ello le añadimos que una vez le gustó la chica y  su perfecto cuerpo, se enfrenta a tres matones jugándose la vida para dejar en libertad a la que una vez había enamorado tantos corazones. Un poco de cordura en  esta irracionalidad.
   Nos volvemos a encontrar con la vengativa y llena de ira y rencor asesina de la que nuestro chico está prendado. “Angelina II”,  de Voro Luzzy,  nos presenta una danza erótica de esta homicida sin escrúpulos que ha capturado a una zombi y con la que interactúa de manera macabra ante los ojos embobados y extasiados del fotógrafo que nos acompaña en esta historia. Zafio, sucio y obsceno este encuentro no te será indiferente.
   Ahora en “Karma”, de Tony Jiménez,  regresamos al odio y la venganza que residen dentro de nuestro “amigo”. Esta vez la víctima es una chica que le ha rechazado una y otra vez y que, comida por la curiosidad, descubre el oscuro secreto de este que, llevado por la ira y el desprecio, la lleva a un lugar donde la inmortaliza siendo “poseída” por los muertos que se levantan. Barriobajero, chabacano y algo despiadado, observamos su naturaleza  real.
   Y seguimos con venganza pues en “Maya”, de Víctor Blázquez,  encontramos más dosis de ella. En esta ocasión es otra chica que en el pasado no infectado ignoraba  a nuestro “amigo” si o si y que viéndose ninguneada por los supervivientes de su alrededor decide unirse al fotógrafo de muertas para hacerse ver, pero el mal vive en el interior del chico que la procura un final de lo más agónico. Suave, lento y dulce, el peor de los odios.
   Caótica situación en “Lucile”, de  Marc Pastor, pues movido por la curiosidad, y gracias a los datos aportados por un mensajero, nuestro colega acude a una productora porno para la web que aún sigue grabando videos. La presencia de nuestro “amigo”  provoca el caos y el infierno en cuestión de segundos, aunque para él solo importa la actriz pelirroja. Anárquico, desorganizado y bizantino es este intento de entrar en este mundo del porno web.
   Es en “Frida”, de Darío Vilas, donde encontramos el lado más sórdido, oscuro y sadomaso del protagonista de toda esta erótica oscuridad. Envuelto en una sombría relación con una chica misteriosa que le lleva a sacar lo más negro de su ser, observamos como la dejadez y la implacable miseria humana abraza lo más siniestro, macabro y lúgubre de cada uno para llevarlo a realizar lo más prohibido del sexo.
   “Arácnida & Irina”, de Cristina González Béjar, nos trae la petición de una de las chicas al fotógrafo de buscar nuevas experiencias pues Irina la ha vuelto a rechazar. Llevado por el morbo y la curiosidad, nuestro chico, accede y entre la premeditación y la casualidad, nos vemos inmersos en otro encuentro lésbico donde una de ellas está infectada. Cruel casi sin quererlo y maligno en su desenlace es otra muestra de maldad apocalíptica.
   “Shiva”, de Sergi Llauguer, es un ejercicio de crueldad elevada a su máxima potencia entre seres humanos. Desgarrador relato al más puro estilo “Black  mirror”, serie de televisión despiadada y atroz, que nos muestra hasta donde estaríamos dispuestos a llegar, o  hacer , por comida y  techo, y  lo que seríamos capaces de pedir y obligar a hacer para entregarlo. Salvaje, crudo e inhumano es lo que contemplaremos en este relato.
   De “Amanecer”, de J.J. Castillo, rescatamos la faceta  menos agria de nuestro socio aunque no dejamos de lado su afán voyeur. Persiguiendo a un perro infectado hasta una casa, descubre en ella a una diosa tatuada de mirada  vacía y salvajemente mutilada de cintura para abajo. Ensimismado y atraído por esos ojos perdidos, nuestro fotógrafo la inmortaliza con dolor. Cansado, aislado y malogrado empieza a pensar que todo  tiene un final.
   “Juana & Loli”, de Ángel L. Sucasas, es un ejercicio de resignación. Un ejemplo de traer al presente acciones pasadas para espantar ciertos fantasmas. Dentro de la grotesca situación que es tener a una chica infectada atada desnuda a una silla  para fotografiarla, se le une el recuerdo pasado de una novia y una amante que también se “entendían” entre ellas y que provocaron en él cierta indignación. Y ahora, en este momento, la resignación se vuelve ironía con un retrato de las tres. Palabras cargadas de sátira y socarrona impasibilidad.
   Y llegamos al final de la mano de Juan de Dios Garduño, pues el inició el camino, lo continuó y ahora lo termina con “Mi última página”. Una despedida en toda regla cargada de una emoción que viaja entre dos aguas. La comprensión hacia alguien que convivió, a su manera, con el horror, o la de los que han visto en él  a uno más de los creadores y percusores de ese terrorífico mundo infectado. Dulcemente acabado, nuestro “amigo”, afronta su final como vivió, cámara en mano y en busca de una nueva musa.

   Y cerrando el volúmen un making-of del autor contando los pormenores de la elección de las chicas para las fotografías, bocetos y algun borrador de las ilustraciones y las impresiones del propio autor.
   Absolutamente distinto a lo que he leido, gamberro, canalla, brutal....podríamos estar horas diciendo cosas de esta obra y no nos quedaríamos cortos.



  

  

  
 

Dispara, yo ya estoy muerto. Julia Navarro.






   Nos adentramos hoy en otra magnífica obra de una de las escritoras de más éxito del panorama español, Julia Navarro que, con este volúmen, ahonda un poco más en la historia y en la conciencia del lector que queda inmerso en la narración desde el primer renglón.
   Marian, una investigadora que pertenece a una ONG, llega a Palestina e Israel para realizar una serie de entrevistas con personas que apoyan e impulsan la política de ocupación y con aquellos que siempre se han opuesto. Esto la llevará a entrevistarse con Ezequiel Zucker,  un judío entrado en años y padre de uno de os mayores impulsores de esa política y que es en realidad a quien iba a ver en un principio, que le llevará a conocer un lado de la historia del conflicto muy desgarrador.
   Comenzando a finales del siglo XIX, cuando los judíos rusos empezaron  a ser perseguidos por los afines al zar e iniciaron su éxodo de la que consideraban su tierra y su país, hasta bien entrado la segunda mitad del siglo XX, conoceremos la historia de la famila judía Zucker, de la musulmana Ziad y de los habitantes de la "Huerta de la esperanza".  Lucharemos en todas las guerras, batallas y conflictos provocados, una y otra vez, por la persecución sistemática y la posterior movilización de aquellos judíos que acabaron, sin remedio, en tierra santa, desplazando a los árabes que allí vivían.
   Lloraremos, reiremos y nos enamoraremos. Se nos llenará la razón de incomprensión por la total falta de entendimiento y la poca voluntad de cambiar las cosas de aquellos con los que se inició este eterno conflicto. Pasaremos al lado de personajes históricos que apoyaron una u otra causa, por gobernantes que equivocaban el bando a defender provocando cada vez más caos, división y odio en todos los ricones de Jerusalem. En todos los sititos excepto en la "Huerta de la esperanza".
   En ese pequeño mundo dentro del caos la amistad, el amor y la felicidad está por encima de diferencias religiosas, políticas y bélicas. Los Zucker, Los Ziad y la gente que llega allí y se va dejando huella,  viven en un oasis y luchan contra el resto por conservar lo que tienen.
   De ritmo espectacular, lenguaje claro y datos históricos concretos, esta novela nos adentra y nos lleva por la historia del siglo XX y lo que el mundo hizo con la gente de Palestina e Israel, dejando a la elección del lector si creerse una u otra visión del conflicto o crearse una propia.
   Genial, apasionante y con final sorpresivo, esta novela es absolutamente recomendada para amantes de la historia reciente y de la esperanza perdida.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Memorias de Idhún II. Triada. Laura Gallego.



   Afrontamos la segunda parte de esta espectacular trilogía que nos narra las aventuras de sus tres protagonistas, Victoria, Jack y Christian, en pos de una profecía que les ha sido impuesta y sobre la que no tienen ningún control.
   En esta entrega, y como vimos al final del primer volúmen, los tres chicos regresan a Idhún junto al mago Shail y el rey Alsan, convertido en Alexander por la magia oscura que emplearon en él, para afrontar la tarea de salvar esa tierra del terrible Ashran el nigromante y su ejército de serpientes aladas. Una vez allí se reunirán con la resitencia, que ha combatido al tirano durante los años de búsqueda del último unicornio y del últimmo dragón,  para intentar llevar a cabo el desenlace prometido en la profecía. Conocerán al Padre y la Madre, a los Celestes, a las hadas, a gigantes, a humanos convertidos en rebeldes...pero tambien a siervos del nigromante tan espeluznantes como las serpientes aladas y tan fieros como ellos.
   Se encontraran en medio de una guerra fuera de su alcance.
   En este punto he de admitir que, siendo la historia y narración perfectas, algo dentro del argumento me ha hecho retrasar su lectura, algo que es muy importante y vital en el crecimiento de esta aventura, pero que a mí se me hace muy pesado. Esto no solo lo he encontrado en esta obra, si no tambien en otras de literatura juvenil o histórica como por ejemplo la saga "Los hijos de la tierra" o en la archiconocida saga "Crepúsculo", y si habéis leído alguna de ellas coincidiréis conmigo en que el amor a tres bandas, a los niveles que se nos explican en estas historias, duele. Y le duele no solo a los protagonistas que las viven si no a los sufridos lectores que las leen pues, quien más y quien menos, se posiciona en favor de uno de ellos. Como es mi caso.
   Y llegados a este punto declarar mi absoluta entrega a esta maravillosa saga que está rehabilitando en mí el gusto por la fantasía, las aventuras, las bestias, la magia y los seres imposibles. La maldad, la bondad, el amor.... ingredientes de una receta especial que me estan dando ratos de lectura increibles, apasionantes y alterados por la tensión de cada una de las escenas que han sido narradas en perfecta sintonía para que el lector solo tenga que imaginar.
   Recomendar su lectura está demás, si no has leído o comenzado a leer esta saga, tú te lo pierdes.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Érase una veZ. Varios autores




Desde que soy un niño he sido lector. Mi familia siempre me regaló libros cuando descubrieron mi afición a la lectura, y reconozco que es algo que agradecí. Yo no puedo presumir, como hacen otros, de haber leído a Julio Verne o a Robert L. Stevenson a una edad temprana. No, yo de pequeño leía lo que estaba hecho para mí, para los años que contaba. Leía comics de Disney, cuadernillos de fábulas con imágenes y dibujos, cuentos… Cuentos. Todos hemos leído a la Bella y su Bestia, a Juan y sus habichuelas mágicas o a los tres cerditos y su lobo. Otra cosa es si hemos conocido las historias reales, las que se contaban en las épocas en las que se crearon dichos cuentos. No eran tan bonitas, ni tan dulces. Más bien al contrario, eran crueles, duras, sangrientas y sobre to
do, no aptas para todos los públicos. Estaban orientadas para asustar a los niños, hacerles ver lo peligroso de alejarse de los núcleos urbanos, de hablar con los desconocidos, de desobedecer a sus padres… Implantar el miedo en el imaginario popular era cosa de nuestros ancestros, algo que El bosque de M. Night Shyamalan supo tratar de manera perfecta en su trabajo cinematográfico.


Érase una veZ es una compilación de esos cuentos tan conocidos por todos nosotros,  pero visto desde un enfoque algo más siniestro. ¿Os imagináis que el príncipe se acerca a la urna de cristal en la que se encuentra dormida Blancanieves, inclina su cuerpo, besa su boca y ésta le responde con un mordisco salvaje en sus principescos labios, arrancándoselos de cuajo junto a su lengua y un trozo de carrillo? Eso es lo que nos ofrece la obra que hoy tenemos aquí. De la mano de Kelonia Editorial, doce autores nos dan su propia visión de los cuentos, pero añadiendo ese toque sugerente en forma de zombie, ese monstruo tan actual que, desgraciadamente, está comenzando a saturar el mercado.


“Grandes autores españoles han querido recuperar esos gérmenes originales de las mesillas de noche de los más pequeños y devolverle aquel sabor morboso, sádico en ocasiones, visceral siempre, y transformarlo en historias con un común denominador: El zombi. 
Y qué fascinante y acertada elección, ese monstruo que no tiene un padre legítimo, que es la clase obrera de los monstruos legendarios, la denuncia más contundente de la falta de espiritualidad que asola el mundo moderno, nacido de una lenta evolución que entremezcla los vampiros con la enfermedad y la decadencia humana, que añade elementos de la mitología de los espectros sobrenaturales que regresan del más allá para atormentarnos. 
Si hay un monstruo apropiado para infectar los cuentos populares, es sin duda el zombi".
Carlos Sisí


Con esta pequeña sinopsis en forma de prólogo del creador de Los Caminantes, Kelonia nos muestra desde la página oficial de la antología toda una declaración de intenciones al respecto de dicho lanzamiento. El texto atesorado por Carlos es una perfecta presentación de lo que nos vamos a
encontrar entre las páginas de la antología, advirtiéndonos que la sangre, las vísceras y el horror primigenio seguirá tatuado en el espíritu de lo que los autores originales nos quisieron mostrar.


La obra en general, no vamos a engañarnos, es bastante desigual. Hay historias de lo más interesantes y visuales, pero por el contrario, otras son planas y simples, llegando a ser una copia exacta del cuento conocido solo que variando un pequeño detalle del mismo. ¿Son argumentos suficientes para hacerse con el libro? En mi caso la respuesta es sí. La razón es su precio y lo que nos ofrece por tan bajo desembolso.


Como he hecho en otras ocasiones, no voy a pararme a reseñar cada uno de los cuentos porque, si me conocéis, soy muy dado a enrollarme en demasía, por lo que simplemente voy a comentaros los tres relatos que más me gustaron.


Sin ningún tipo de dudas el relato que más me gustó es el de Zerilla, de Joe Álamo. No me extraña que sea el primero, ya que esa ubicación ha de ser reservada para aquella historia que tenga una calidad lo suficientemente alta que haga que te quedes pegado a sus páginas. Y éste lo consigue con creces. Hansel y Gretelz de Marta Junquera, y El sastrezillo valiente de Daniel Gutiérrez me cautivaron respectivamente por su crudeza y su sentido del humor.


Si tengo que decir cuáles son los que menos me gustaron, serían Los tres Zerditos de Tony Jiménez por su pobre originalidad ya que, desde mi punto de vista, solo añade a la historia original un pequeño detalle, mientras que calca por completo todo lo demás. Y el segundo debería ser Juan y las habichuelas mágicas de Juan de Dios Garduño. He de reconocer que me sorprendió este relato, en lo negativo, ya que conociendo al autor y la excelsa calidad con la que suele coronar sus escritos, este ni siquiera llega a las cotas mínimas que mi gusto le exige. He leído verdaderas maravillas de este relato, y absolutas barbaridades también. Yo sin ponerme en ninguno de los dos bandos, he de decir que simplemente no me agradó.


La calidad del acabado de los cuentos es impecable, con una corrección que roza la perfección. Más de la mitad de los relatos, una tercera parte si se me piden cifras, es sencillamente arrebatador y original, y la presentación interior y su acabado, con las ilustraciones de Barb Hernández al comienzo de cada capítulo son sencillamente perfectas para este tipo de libro.Y no quiero olvidarme
de lo curioso del diseño de las tapas, obra de Daniel Expósito en colaboración de la anteriormente mencionada Barb, intentando emular el ajado acabado de los antiguos compendios de historias.


Otro de los problemas que le veo (esto ya es simplemente una apreciación personal y muy  alejada de lo meramente literario) es el formato físico. Si eres de los que lees en casa, al abrigo de una manta y tumbado en tu cama o sofá, se convierte en un idóneo acompañante en tu viaje entre sus letras. Sin embargo si, como yo, lees en el trasiego de tu jornada diaria, mientras trabajas, subes y bajas del transporte público o durante tus caminatas hacia tu casa, sus tapas y páginas acaban rozadas y golpeadas, algo que a mí me pone de un mal humor muy poco asumible. Pero como digo, es algo inherente a mi persona, y que comprendo, es necesario en la edición si queremos que mantenga ese precio.


En definitiva una antología recomendable, que no perfecta, que adolece de lo mismo que casi todas las de su especie, esa superioridad de unos relatos sobre otros, pero que cuenta con la ventaja de su bajo precio y la alta calidad de la mayor parte de sus cuentos. A continuación, los relatos y sus autores para que podáis tenerlos localizados:

 

EL LOBITO INFECTADO. Voro Luzzy
ZERILLA. Joe Álamo
RIZITOS DE ORO. Athman M. Charles
CAPERUZITA ROJA. A.M. Caliani
JUAN Y LAS HABICHUELAS MÁGICAS. Juan de Dios Garduño
EL SASTREZILLO VALIENTE. Daniel Gutiérrez
LOS TRES ZERDITOS. Tony Jiménez
HANZEL Y GRETELZ. Marta Junquera
LA BELLA Y LA BEZTIA. Carolina Márquez Rojas
LA MANZANA. Ana Martínez Castillo
ARIADNE Y BARBA AZUL. Miguel Angel Naharro
ZETANOCHO. Julián Sáchez Caramazana
LA SIRENITA. Victoria Vílchez

Prólogo de Carlos Sisí.
Portada: Daniel Expósito y Barb Hernández.
Tintas de interior: Barb Hernández.