martes, 19 de febrero de 2013

De Madrid al Zielo. Alfonso Zamora Llorente



 Buenas noches queridos amigos. De nuevo estamos en este lugar para traeros una nueva novela a reseñar. En este caso es De Madrid al Zielo, una historia de Alfonso Zamora, que, como todos podéis apreciar en su portada, es de temática zombie. Si leéis habitualmente el blog, sabréis que ni a mi ni a mi compañero Chuppy nos atraen mucho las novelas Z, pero esta es un caso especial, al igual que la mayoría de las que hemos reseñado en el blog. Ninguna de las que hemos leido, a excepción de Guerra Mundial Z de Max Brooks, tiene por autor a escritores extranjeros, razón por la cual nos acercamos de vez en cuando a los autores patrios.

En el caso de Alfonso, todo tiene una explicación más sentimental, y es que toda la novela la ha centrado en la ciudad de Madrid, algo hasta ahora inédito en la ciudad que me vió nacer. Por tanto, y tras este pequeño detalle sin importancia para la mayoría de vosotros, os doy la sinopsis y tras ello, profundizaremos algo más en la trama y la narración.

Octubre del 2010, Madrid. Nada ni nadie imaginaba que una ciudad cosmopolita, corazón financiero y político de España, fuera arrasada en tan poco tiempo por un virus tan letal que la práctica totalidad de la humanidad se viera reducida a la extinción. Los que antes caminaban normalmente por las calles de Madrid, ahora lo hacen transformados en monstruos resucitados en busca de sus presas, los vivos.

Alfonso y un grupo de amigos, encerrados en una urbanización en el barrio madrileño de Vallecas, tratan de sobrevivir como pueden a esta pandemia mortal, a pesar de no contar con recursos para alimentarse. Un encuentro fortuito con lo poco que queda del ejército llena de esperanza a los chicos, que se unen a ellos para entre todos, tratar de combatir y sobrevivir a esta plaga de resucitados.


Pero un giro imprevisto en los acontecimientos, una misteriosa chica y una realidad que no espera, hace presagiar que todo ha terminado para Alfonso y los suyos, que se verán atrapados en una situación más que límite.


Entra y vive este Madrid post apocalíptico, ¿te atreves?


La trama como podéis ver no tiene ningún aliciente especial, más que esa referencia a que todo sucede en la capital de España, Madrid. Ya Manel Loureiro con su Apocalipsis Z nos trajo sus tierras gallegas y más adelante, en Los días Oscuros, su continuación, hizo lo propio con las Islas Canarias. Pero sin embargo, Madrid aun no había sido rozado por el apocalipsis zombie, y Alfonso ha probado suerte con él. Todo gira en torno al barrio de Vallecas, lugar en el que Alfonso dio sus primeros pasos cuando la ciudad le vio crecer. Ya sea por comodidad o por conocimiento, el entorno es el adecuado para la novela, ya que el autor se desenvuelve a la perfección por sus estrechas calles, y puede centrar la acción en lugares claves y claustrofóbicos de la zona.

Al comienzo los personajes son abundantes, desde sus amigos y hermana, pasando por sus sobrinos, cuñado, hermano, padres y cómo no, Lorena, su actual esposa y único amor en la novela. Una cosa que hay que tener claro al leer la historia, es que a pesar de que todos los personajes están basados en personas reales del entorno del novelista, no todos guardan semejanzas con sus respectivos alter ego. Simplemente los toma como figurantes para así facilitar lo que quiere contar.

Algo que me pareció muy original de la novela fue su primer capítulo. Es difícil explicar por qué sin entrar en Spoilers, pero digamos que en esta primera toma de contacto atemporal con los zombies, se nos adelanta un acontecimiento crucial para el devenir de la novela, además que se nos presenta a dos de los personajes más importantes de la trama, Carolina, y otro que más adelante será revelado. Pero lo importante de este capítulo es lo que se nos narra. Éste es para mi, el comienzo perfecto para lo que va a suceder en los capítulos sucesivos.

Cambiando de aspecto, hablemos de la narración en sí. El autor está en su salsa describiendo los capítulos en los que los zombies son los protagonistas. Se le nota un buen hacer y una facilidad evidente a la hora de mostrar el dolor y la agonía en esos cuerpos descompuestos al caminar tambaleantes por Madrid. Tiene un oficio especial para describir las escenas con los zombies, pero desde un principio deja muy claro que los caminantes, son solo meros comparsas de la verdadera trama.

Sí, porque desde un principio hay ciertas cosas extrañas en el comportamiento de Alfonso, que evidentemente no puedo explicar por peligro a deslucir ciertos acontecimientos. Pero es verdad que cuando estos "comportamientos extraños" hacen su aparición, comienzas a preguntarte qué es lo que está pasando, ya que los zombies aun no han hecho acto de presencia, y sin embargo ahí algo huele un poco mal. La excusa farmacéutica, es un giro argumental perfecto para explicar el origen del apocalipsis, aunque desde un principio, queda claro que no todo es lo que parece.

Respecto a los personajes, aquí es en el único punto en el que tengo algo negativo que señalar. En realidad son dos cosas. La primera, y con la que realmente estaréis de acuerdo conmigo en cuanto leáis la novela, es que los protagonistas a veces tienen unos comportamientos que, para mi, no tiene mucho sentido. Alfonso se preocupa por su familia, llamándola y aconsejándole ciertas cosas para poder sobrevivir. Sin embargo, en ningún momento se hace mención a los familiares de Lorena, su novia, la mujer a la que quiere, aspecto que realmente queda un poco extraño en circunstancias como las que se narran en la novela. Otra situación extraña es cuando uno de los personajes principales es infectado, y todos se lo toman con una sangre fría inusitada. Esos detalles, hacen que los personajes pierdan parte de su credibilidad.

El otro aspecto a destacar de manera negativa, aunque de manera algo más subjetiva, y que se encuentra no solo en la novela de Alfonso, sino en la de muchos otros autores, es lo extraño del lenguaje de algunos diálogos. Me explico. Cuando los personajes dialogan entre ellos, utilizan expresiones que difícilmente una persona normal utilizaría en su vida cotidiana. El problema no se le achaco al autor, sino mas bien a la manía generalizada de dar a todos los personajes una cultura que dificilmente todos ellos pueden tener. Pero repito, es algo que pasa en la mayoría de las novelas, y que en esta, quizá por la cercanía al autor, quizá por sentirme más identificado con los personajes que en otras historias, a veces me chirría.

Pero no todo en los personajes es malo, ni mucho menos. Íker, Carolina o el propio Alfonso están muy bien construidos, y a pesar de lo comentado anteriormente, llevan todo el peso de la historia de una manera magnífica evitando así fijarse demasiado en dichos detalles. La primera de ellas, para mí es la mejor construida de todos, e Íker sin duda, el más odioso de la trama. Alfonso le pone el toque heróico y humorístico a la historia, ayudándonos en muchas ocasiones a empatizar más con los personajes.

Los lugares descritos en la historia están perfectamente plasmados, y eso facilita que te creas a pies juntillas que todo lo narrado puede llegar a suceder. Desde el ejército atravesando las calles de la ciudad, pasando por las noticias de la radio, deteniéndonos en los mensajes televisados del monarca Juan Carlos I o terminando por la ubicación de la resitencia en la capital, todo ello es completamente natural en los acontecimientos, mejorando con mucho la sensación de realidad de la historia.

El autor con su hijo, Íker.
Y el final de la novela, un giro diferente y original a todo este mundo de la literatura zombie. Puedo asegurar a todo aquel que esté leyendo esta reseña, que nunca encontrarán en otra historia de este género, lo que Alfonso tiene reservado para nosotros en sus páginas. Garantizado.

De nuevo, hacer especial mención a la tremenda portada de la novela, obra y gracia de Alejandro Colucci, el mismo ilustrador que se hizo cargo de las portadas de El cuarto jinete, Los Caminantes, Y pese a todo... o La hora del mar. Ese zombie putrefacto en primer plano, con la plaza de Callao al fondo semiderruida y toda la calle llena de escombros y coches destrozados, muestran a la perfección lo que podremos encontrar en el interior de las páginas de esta novela. Y algo más que en principio no se ve y que más adelante, tomará forma cuando os paréis a disfrutar de la ilustración.

Una novela que a todo amante de los zombies encantará y que debe convertirse en lectura obligada para todos aquellos que estén deseando conocer cómo sería un Madrid apocalíptico. Sólo por lo original de su giro argumental, merece la pena acercarse a esta capital de muerte y descomposición.

Sin nada más que añadir, nos veremos proximamente en una nueva reseña, y como siempre, gracias por leerme.

miércoles, 13 de febrero de 2013

El camino de baldosas amarillas. Juan de Dios Garduño

Buenas noches a todos los que os hayáis unido a este humilde blog. Hoy estoy aquí para hablaros de la que para mi, es la mejor novela que he leido en los últimos meses, y difícilmente será superada por alguna otra. El camino de baldosas amarillas es la tercera novela de Juan de Dios Garduño tras El caido y la ya reseñada anteriormente, Y pese a todo... La verdad es que no sé cómo abordar esta reseña, porque aun tengo un torbellino de sentimientos y emociones en la cabeza, y no sé por cual de ellos decantarme, por lo que pasemos primero por la sinopsis y después veremos en qué acaba esto.

Las cosas no son fáciles tras la Guerra Civil. Una fría noche de diciembre, el pequeño Torcuato es obligado a abandonar todo aquello que ama cuando, debido a un desafortunado incidente, ingresa en un manicomio de Valladolid. El único lazo que conservará con su pasado será un viejo libro prestado, El maravilloso mago de Oz.

En los siniestros pasillos del psiquiátrico, Torcuato tendrá que hacer frente a sus propios miedos mientras intenta convivir con los extravagantes inquilinos que ahora comparten su vida. Pero lo que no sabe nadie es que en lo más profundo del centro, el mal ha cobrado forma y aguarda a una nueva víctima.


Como he dicho, no sé por dónde empezar. Cuando fuí a su presentación y por primera vez me hice con el manuscrito, me quedé bastante sorprendido con lo que ví. El libro solo cuenta con 189 páginas, por lo que es bastante corto. Yo había oido rumores que afirmaban vehementemente que la novela era muy buena, y me sorprendía que siendo tan corta, llegara a cotas tan altas como afirmaban. Pero es que en cuanto comienzas a leer, te das cuenta de que el estilo de Juande es increíblemente hipnotizador. Con una agilidad pasmosa, nos va introduciendo en la vida de Torcuato, a la vez que vamos conociendo a los integrantes de su familia uno a uno. Es aquí cuando todo comienza, el detonante de la descarnadora historia de Torcuato.

Aquellos que piensen que la novela va a guardar un tono similar al de Y pese a todo... por una parte están en lo cierto, aunque por otra yerran de manera escabrosa. ¿Y por qué ambas cosas a la vez? Muy sencillo. Si Y pese a todo... era una historia oscura, desoladora, de personajes abatidos por sus sentimientos, enfrentados a su pasado, El camino de baldosas amarillas lo eleva todo a la enésima potencia. Quizá no ahonde tanto en el pasado de Torcuato, pero una vez se vaya topando con los diferentes inquilinos del sanatorio San Juan de Dios, éstos no mostrarán en ningún momento trazas de un pasado evocador y tormentoso, pero, poco a poco, éste comenzará a asomarse por entre los barrotes del manicomio, hasta componer una melodía perfecta de la personalidad de cada uno. Pero sigamos con la historia y dejemos de momento a un lado los personajes.

Catalogar esta historia es harto difícil para mi. Que pertenece al género de terror es algo que no me cabe la menor duda, no por culpa de ese reclamo de su sinopsis respecto al mal que se esconde en las profundidades del manicomio, sino por lo crudo de los acontecimientos que se van sucediendo a lo largo de la narración. De hecho, ese mal del que hablo, no es nada en comparación con los otros males que encierra el manicomio, mas oscuros, más instintivos, más... ancestrales si cabe. Pero tambien es una historia de amor, un camino hacia los límites de uno mismo y un capítulo de la Guerra Civil pocas veces contado hasta ahora.

A la vez, la novela cuenta con una alegoría muy bien plasmada como es la similitud del título, con el verdadero camino que toma Torcuato hasta descubrir quien es él en realidad. Porque el camino que ha de recorrer hasta encontrarse con su verdadero yo, será arduo y doloroso, y deberá dejar atrás su niñez si quiere sobrevivir a lo que le espera, ya que sin su verdadero yo, será imposible superar las decenas de adversidades con las que se va a encontrar.



Pasemos ahora con el elenco de protagonistas que, sin duda es espectacular. Y lo digo porque aquí Juande se ha superado. La psicología de cada uno de los integrantes de este fantástico relato es tan real, que puedes creértelo a pies juntillas. Torcuato, Agnus, David... Da la sensación de que el autor pasó cientos de días con ellos entre esas paredes, compartió mesas y almuerzo con ellos y sufrió sus cientos de infortunios en su compañía, porque sino, difícilmente me puedo explicar cómo es capaz en tan pequeños trazos, dar forma a personajes tan desarrollados como los que nos encontramos aquí. Desde los anteriormente citados y verdaderamente principales actores de la historia, hasta sus acompañantes los Agapornis (ya entenderéis el apodo de estos dos personajes), pasando por Carlos el celador o por los Apolo y Sor Mateo, el director del Centro y su mano derecha, una monja algo especial. Además de todos estos, hay otro muy especial del que de manera intencionada no voy a hablar, pero que me parece muy interesante y que, por desgracia, Juande no ha sabido/querido explorar más profundamente, a pesar de que quizá podría haber dado mucho juego el conocimiento de parte de su pasado y su aterrizaje en el centro.

Pero si alguien se lleva la palma es Torcuato. Cuando le conocemos, es un chico retraido, vergonzoso, pero obediente y apasionado de la lectura. Sin embargo, el Torcuato que dejamos atrás, es otro muy diferente, increíblemente evolucionado y perfectamente explicado el por qué de su brusca evolución. Además, las voces que oye en su cabeza le dan un extra de personalidad a este paciente esquizofrénico, haciendo que el lector comprenda mejor su naturaleza al escuchar "en directo" los pensamientos del muchacho.

Y el final... ¿Qué decir del final? Pues que para mí, es bastante acorde con todo lo que narran sus algo menos de doscientas páginas. No es brusco, sino que se va acentuando a medida que va llegando al final de ese embaldosado amarillo, y a pesar de que vemos cerca ese fin de la senda de Torcuato, aun tenemos tiempo para sorprendernos varias veces antes de descansar del viaje.

Algo que me gusta del tratamiento que le ha dado Juande a la novela, es ese pequeño toque en la sinopsis, que nos apunta a algo "maligno" que acecha entre las sombras del manicomio, y que todos imaginamos como algo sobrenatural . Durante la lectura, al menos tres veces he pensado que aparecía esa malignidad supuesta, y tres veces me he sentido engañado como un bellaco pensando que ese era el momento en el que por fin aparecía. No voy a desvelar si aparece o no, o si es un evento sobrenatural o no, porque lo bueno del relato es la ignorancia de ese hecho y lo bien que el autor juega con ello. Pero en verdad lo utiliza de una manera perfecta.

Y debería contar algo negativo sobre la novela, pero de verdad que no sé qué comentar que lo sea, porque sinceramente no hay nada que me lo haya parecido. Habrá gente que habría preferido otra explicación algo más "terrenal" sobre lo que pasa en los sótanos, o que la trama no se desarrollara de una manera tan rápida. A esto último he de decir, que sí es cierto que a veces todo pasa demasiado rápido, y algunas de las cosas que pasan en la escena, quedan un poco confusas, obligándote a "rebobinar" la escena y volver a leerla, para poder captar mejor todos los detalles de la misma, pero para mí es algo que no empaña en ningún momento la historia que se cuenta.

A pesar de todo lo dicho, y el tono cruento que destina la novela, para mi, sobre todo es una historia de amor, difícil como todas ellas, y extremadamente cruel, tambien. Triste sería la palabra más adecuada si cabe. Os la recomiendo a todos encarecidamente, sea cual sea vuestro género preferido, ya que su ritmo ágil, su lectura sencilla y su preciosa historia, unido a lo escaso de sus páginas, son motivo suficiente para que todos se acerquen a las vallas de este espeluznante manicomio y conozcáis la desgarradora historia de Emilio Torcuato Palomo.

Por cierto, no quiero acabar la reseña señalando la poca vergüenza de la que hace gala su autor, bautizando el personaje principal de la historia, es decir, el Centro Psiquiátrico, con su propio nombre, San Juan de Dios, y además, precedido de un Santo. Lo dicho, una muestra más de lo irónico de su autor.

sábado, 9 de febrero de 2013

Y pese a todo. Juan de Dios Garduño.

Antes de decir nada aclarar que la temática zombi no me atrae y menos si estos son inteligentes para ser unos cuerpos muertos. Dicho esto el libro que estoy a punto de reseñar es el segundo de este género que leo y, debido a la insistencia de mi socio Toluuuu, lo hice.

Dentro de una sociedad devastada y aniquilada por las guerras que fueron creadas por los orgullos y las desorbitadas dosis de testiculina de todos y cada uno de los dirigentes políticos y/o religiosos, existe un mundo que queda después de ellas y del que nadie se acuerda antes de llegar más lejos de lo que su estupidez y su ceguera les permite.

Una sociedad donde junto a los escasos supervivientes sobrevive el horror, el caos, la ira, la violencia sin medida y el odio. Una sociedad formada por dos hombres adultos que se odian a morir y que viven en frente el uno del otro. Una sociedad llena rencor, de venganzas, de mala fey de escasa sensibilidad humana donde la única florecilla que desprende luz y esperanza es la hija de uno de ellos. Una sociedad a punto de morir pues, junto a todo lo oscuro que hay en el mundo de estas personas, sus vidas son amenazadas por un ejercito de muertos-mutantes-zombis.

Una obra que te hará odiar sin esperarlo, sonreir a la más mínima oportunidad, "acojonarte" en algún momento y desesperarte en ciertas situaciones. Una historia sobrecogedora de la más pura esencia humana cuando la situación en el mundo es el fin. La extinción.

Reitero que no me gustan los relatos de zombis pero sí me encanta una buena historia y esta lo es. Absolutamente recomendada para los amantes de los zombis o de mundos apocalípticos a punto de espirar o de emociones que sacan lo mejor y lo peor de un ser humano.

La dama azul. Javier Sierra.

Javier Sierra nos presenta, de manera brillante, una gran historia acerca de apariciones y, para ser más concretos, de las que acaecieron allá en 1629 en las tierras de centro américa cuando los primeros misioneros, y curas franciscanos, llegaron a lugares sin colonizar ni cristianizar y se encontraron con que había tribus que ya procesaban la religión gracias, dijeron los testimonios, a la aparición de una mujer envuelta en un aura mística durante mucho tiempo.

Mezclando el pasado con el presente, a personajes de un lado y otro de los mares, con diferentes profesiones, inquietudes y razones de ser pues,desde un periodista, pasando por un cura mandado al exilio por el propio vaticano o una antigua miembro de un grupo de espionaje estadounidense, se verán inmersos en una trepidante aventura para esclarecer la razón de estas apariciones.

¿Verdad o mentira?. ¿Ilusión o montaje?.¿Está la iglesia ocultando la verdadera naturaleza de estos casos en los que la prinicipal protagonista es Sor María de Ágreda?.¿Están los gobiernos de las principales potencias usando tecnologías que escapan a la comprensión de los pueblos para espiar a sus enemigos?. Respuestas a estas y a otras preguntas las encontrarás en esta magnífica obra de este genial investigador e historiador que sabe plasmar como nadie el misterio de cada historia y darle historia al misterio.

Absolutamente recomendada su lectura, al igual que cualquiera de sus otros libros.

lunes, 4 de febrero de 2013

El cuarto Jinete. Víctor Blázquez

Un buen día, gastando mis horas digitales en Twitter, recibí una invitación amistosa de presenciar la presentación de una novela en un gran centro comercial de la capital, al que iban a asistir varios escritores para realizar una especie de symposium sobre el género de terror. El titular de dicha invitación era un muchacho llamado Víctor Blázquez. La verdad es que no le conocía, simplemente había oido su nombre de pasada alguna vez, pero no se había quedado grabado en mi memoria en primera instancia. Accedí a acudir a esa presentación, y allí que me planté sin ninguna expectativa más que la de ver a un grupo de escritores intelectuales hablar de su obra en plan pedante y a glorificarse entre ellos mientras intentaban convencer al visitante de que su novela merecía ser comprada y disfrutada de una manera inmediata. No podía estar más equivocado.

No voy a narrar lo que en aquella convención sucedió, sólo anotar que comenzó pasadas las cinco de la tarde y un servidor, regresó a su morada a eso de las siete de la mañana del día siguiente tras haber compartido taxis, cenas y fiesta con lo mejor de la literatura de terror de la capital y parte de las comunidades autónomas restantes. Por lo tanto, fue un éxito rotundo para este humilde "bloguero". El caso es que Víctor (espero que me permita llamarle así) presentó su novela, y yo, agradecido por semejante invitación, la compré sin ningún rubor, y me la llevé a casa firmadita por su autor. Y he aquí lo qu encontré entre sus páginas.

Imagínate caminando por un set de rodaje, plagado de escenarios, extras y elementos diversos de atrezzo. Los actores principales están ahí, frente a ti, interactuando entre ellos y tú te mueves por el set como si formaras parte de la filmación. Sigues caminando por entre los estudios, y te das cuenta de que se está rodando una película de terror, de zombies para ser más exactos. Sabes que se supone que todo lo que te rodea es Castle Hill, un pueblo
cualquiera de Estados Unidos. Y sabes que allí, no muy lejos del núcleo urbano hay un laboratorio en el que va a suceder algo muy gordo. Según el argumento de la película, un virus mortal llamado El cuarto jinete va a escapar de sus puertas, y va a sembrar el caos por todo el pueblo, infectando a propios y extraños, ancianos y niños y tú, tú serás un privilegiado, porque podrás verlo todo de primera mano. Tú, serás protagonista invisible de todo lo que acontecerá allí. Así que, siéntate, ponte cómodo y prepara unas palomitas porque la película está a punto de comenzar
.

Sí, El cuarto jinete es una novela más de serie Z. Sí, no es muy original, al menos en principio. Virus se escapa de laboratorio ultra secreto, infecta al personal del mismo que, de una manera que no se explican, llega al pueblo y contagia a todos los habitantes, menos a un grupo reducido de personas que luchan por sobrevivir pasándolas canutas. Podríamos decir que esta es la premisa más o menos principal de todas las novelas de este género, pero no sólo las series Z suelen comenzar así. Nivel 5 de Preston y Child o En el blanco de Ken Follet tambien lo hacen, y no tiene mucho que ver con el Cuarto jinete, salvo su inicio. Es más, hasta el maestro Stephen King lo hace con su obra culmen para muchos, Apocalipsis, y poco puedo decir que no se haya dicho ya de esa novela. Por lo tanto, no porque no sea original su inicio, podría hacer que mi interés se viese espoleado. Ni mucho menos.

Lo que más me llamó la atención cuando me dispuse a leerlo, fue el papel del narrador. En vez de ser un observador neutro que se pasa toda la novela contándonos las correrías de los personajes,
éste pasa a formar parte de la trama como si se tratase de un guía turístico invisible, que coge de la mano al lector y le va llevando por cada uno de los lugares de Castle Hill y mostrándole cómo se van produciendo los acontecimientos. Y la verdad, no hay nada mejor que una ruta guiada por el pueblo para poder empaparse de verdad de todo lo que sucede allí, porque Víctor, al igual que muchos de los escritores de estas nuevas hornadas, bebe de las fuentes de aguas más cristalinas literariamente hablando. Y su manantial más puro no es otro que el maestro Stephen King.

Hay muchísimos indicios de ello a lo largo de la obra, y se nota. A pesar de tener tan solo 333 páginas, a medida que vamos leyendo notamos que se trata de una obra coral en muchos aspectos. Y para ello echa mano de tan curioso narrador para llevarnos casa por casa, introduciéndonos en habitaciones, baños y cocinas, parando el tiempo, avanzándolo y rebobinándolo, para que podamos conocer a los que, en unos minutos, se convertirán en los protagonistas de los sucesos. Y lo hace muy bien, porque en vez de dedicar páginas y páginas a acontecimientos pasados que conectan las vidas de los personajes, lo que hace es tratarlos de pasada, dando los suficientes detalles para que entendamos las relaciones entre ellos, y así no sorprendernos con las decisiones que más adelante puedan tomar. Es como si estuviésemos sentados frente a un televisor, y éste nos mostrara cada plano, cada escena, y nosotros llevásemos la cámara a donde nos interesara.

Dejando de lado el narrador, hay que decir que la historia está plagadísima de referencias y homenajes a novelas y personajes del género de terror. Ya en el comienzo queda muy claro con los dos primeros protagonistas, con uno de ellos llamado Neville, en clara referencia al Robert Neville de Soy Leyenda de Richard Matheson. O una tal Carrie, que en una de las escenas echa una mirada de furia que parece que va a incendiar la habitación, como una famosa chiquilla que da nombre a la primera novela de Stephen King. Hay bastantes para acordarse de todos, pero el apellido Sloat (El Talisman), o ese narrador omnipotente y omnipresente de La casa negra, son los que ahora mismo más recuerdo.

Los personajes, que no son pocos, están tratados con mimo y son retratados de una manera muy real. Tienen sus debilidades, sus puntos fuertes y su personalidad está muy bien detallada. Sólo le veo una pega. Y es que al ser la novela tan corta, Víctor no puede explayarse a la hora de describirlos, por lo que a la larga, cuando volvemos a ellos, a veces nos liamos un poco con sus nombres ya que, pese a la poca extensión de la novela, la cantidad de personajes es bastante abultada. Aunque es una cosa que me ha pasado a mi, y no tiene por qué pasarle a los demás.

Siguiendo con los personajes, estos no evolucionan en exceso, pero sí se notan sutiles cambios en alguno de ellos, y, sobre todo, una vez terminada la novela, eres capaz de describir a cada protagonista con un adjetivo que los describe a la perfección, lo que denota el buen trabajo hecho en la esquematización y plasmado de los mismos.

Pasemos ahora a la ambientación. Hay momentos en los que de verdad parece que estamos sumergidos en una película, con sus giros de cámara, sus primeros planos y sus planos generales. Y todo porque la manera de narrar de Víctor es muy cinematográfica, supongo que gracias a su trabajo como segundo de dirección. Comentar ese condón seco en medio de un descampado, el llavero oxidado y perdido por alguien hace muchísimo tiempo... Esos detalles engrandecen la ambientación y ayudan a que el lector se implique más aun con la novela. Hay momentos en que parece que puedes sentir en la boca el terroso sabor del viento al correr por entre las calles desiertas. Por cierto, que los matorrales redondos que ruedan siempre en las películas del oeste, y que en la novela no aparece su nombre se llaman tumbleweed y por mi pueblo los llaman capitanas.

Y por último hablemos de los zombies. Sí, los mejores zombies que he leido en una novela de este género. ¿Y por qué? Porque estos zombies corren como verdaderos hijos de puta dispuestos a devorarte lo primero que pillen. No son esos bobos arrastrapies que poco a poco te van siguiendo pero realmente nunca te atrapan. No, estos son verdaderos animales salvajes. Siempre al acecho, escuchando, oliendo el aire. Éstos son los que si de verdad hubiese una plaga, acabarían con la humanidad en cuestión de meses. Por tanto, perfecta elección de enemigo, que amplía si cabe la tensión de los acontecimientos.

Y quiero hacer una mención para el mayor acierto de la novela. Si hay algo que a mi me seduce de una novela, es que el/los protagonista/tas sean niños, y Víctor acierta de pleno incluyendo a la angelical Paula. Sus ocurrencias, sinceridad y tesón a la hora de intentar hablar como los mayores me atrapó desde el principio, convirtiéndose así en mi personaje preferido de la historia.

En resumen, una de las mejores novelas de zombies que he leido, si no la mejor, junto a Apocalipsis Z, que merece la pena disfrutar no sólo por la frenética acción que contiene, sino por la perfecta factura de la misma, tanto en el comienzo de la novela, como en el desarrollo y, por su puesto en su final, que está a la altura de toda la calidad de la novela. Y quiero destacar de dicha conclusión, que se nota que está muy meditada. El autor sabía cómo quería dar fin a la historia, y lo plasma a la perfección en los últimos compases de la narración. Con un buen giro de los acontecimientos y, aunque en principio un poco cogido por los pelos, Víctor se asegura una explicación para que todo derive en los acontecimientos que acaba por narrar.

Gracias Víctor por haberme invitado a tu presentación, por haberme firmado la novela, y por haberme regalado estas horas de lectura tan amenas que he podido disfrutar, porque sin duda, su continuación El cuarto jinete Armagedón, dará mucho que hablar, al igual que su autor.