sábado, 30 de junio de 2012

Almuric, Robert E. Howard

De vuelta con una novela de aventuras, muy del estilo de John Carter. Primero, una pequeña introducción a la historia, y mas tarde valoración general.

La novela cuenta la vida de Esaú Cairn, un hombre violento, brutal y salvaje, pero dotado de una gran inteligencia y bondad, que siente que la época en la que vive no es el mundo que le habría gustado ocupar. Dedicada toda su insignificante vida al deprote, un día entrenando mata a su propio sparring de un mal golpe, por lo que es expulsado del organismo de boxeo y es tratado como un paria por sus propios compañeros. Por azares del destino, conoce a un científico que le ofrece utilizar una máquina de su propia invención que le trasladará a un lejano mundo llamado Almuric, en el que sus habitantes, humanos y no humanos, e incluso bestias, viven la vida de una manera brutal y salvaje, sin complicaciones, solo preocupados por su propia supervivencia. Las pocas tribus que coexisten, son enemigas entre ellas, y se ven eternamente envueltas en batallas eternas por la supremacía del territorio. Pero la aparición de Esaú, al que conocerán como Mano de Hierro por sus logros, cambiará para siempre el devenir de los habitantes de tan salvaje planeta.


Con una premisa simple y ada complicada, nos encontramos con una historia que muestra mucho mas de lo que en principio parece prometer. Narrada como tantas otras novelas de la época, en primera persona y con muy pocos diálogos, Almuric va paseándose por el planeta del mismo nombre deteniéndose cada dos por tres explicando los pormenores de tan extraño mundo. Allí tanto los depredadores como las presas no están exentas de agresividad, por lo que el autor nos muestra un mundo plagado de violencia e instintos prehistóricos. La continua referencia a la personalidad de Esaú, que se siente fuera de sitio en su planeta natal, hace que nos sea mucho mas fácil entender el por qué en cuanto aterriza en tan desolado mundo, el protagonista empieza a comprender el acierto de su viaje.

Esaú comienza siendo un ser brutal, violento, salvaje, perseguido por su propia fuerza o por la debilidad de los que le rodean, para acabar siendo el ser mas cerebral de todo el planeta Almuric a razón de las decisiones que va tomando a medida que van pasando los acontecimientos. La bondad del corazón de Esaú, a pesar de estar disfrazada de ese salvajismo inherente a todo ser humano, es la piedra de toque de toda la historia y la que hace que en ningún momento se nos olvide que él, a pesar de todo, sigue siendo un ser humano.

La ambientación es tremendamente minimalista pero a la vez harto completa, con descripciones de llanuras, desiertos, vastas extensiones de selva, acantilados, fauna, flora, y ciudades escondidas por entre las cordilleras del planeta. Los animales que pueblan Almuric guardan parecido con los que vemos a diario en nuestros documentales, solo que la agresividad de la que cuentan, asustaría al mas grande de los tigres que a día de hoy pisa cualquier territorio terráqueo.


Pero entre tanta brutalidad, tambien hay sitio para el amor y la belleza, algo que, según mi opinión, es lo único que hace que la novela cojee un poco. No porque esté mal trasladado a las palabras del maestro Howard, sino porque según corre la historia, a mi no me habría hecho falta la eterna lucha entre el bien y el mal enfrentados por culpa del secuestro de una damisela en apuros por los seres mas malignos y depravados que pueblan todas las historias de aventuras y fantasía que se precien, en este caso los llamados yagas, humanos con la capacidad de volar gracias a unas enormes alas que portan en su espalda y dotados de unos pensamientos tan negros y retorcidos que el mismísimo belcebú correría asustado si cualquiera de ellos apareciese por sus dominios.

No quiero acabar la reseña sin añadir que es más que evidente que el autor dejó sentadas las bases de numerosas continuaciones en este primer ingreso al mundo de Almuric. Al terminar la historia, nada queda claro sobre el final de los yagas, lo que se esconde al otro lado del Cinturón (una cadena montañosa que separa los dos hemisferios de Almuric, y que, según palabras de uno de los protagonistas "Nadie ha visitado y ha vuelto para describirlo")ni el paradero de la Reina Negra Alada. Supongo que la muerte prematura del autor debió de influir mucho en el desenlace final de la saga.

Por tanto, sin menospreciar la novela, Almuric no ofrece nada que no haya leido con anterioridad, pero me ha encantado por una razón muy básica, y es precisamente eso mismo, lo básico de la historia, lo fácil del argumento y lo sencillo del planteamiento. Es como si hubiese elegido a John Carter como personaje en quien fijarse, y no seguir ni una sola de las pautas que Edgard C. Burroughs siguió para seguir al personaje marciano. Es la antítesis de todo héroe, y la historia es el antónimo de las historias. Pero en su sencillez, radica su perfección. Honestamente, se la recomiendo a todo aquel que disfrute con las novelas de aventuras. Le prometo que durante los dos o tres días que le dure el viaje, pasará la mayor parte del tiempo limpiándose la sangre y las vísceras que desprende a borbotones esta divertida obra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario