martes, 5 de junio de 2012

El relicario. Douglas Preston y Lincoln Child

Continuación de la novela El ídolo Perdido, en la que esta vez los protagonistas de la anterior se ven inmersos en otra investigación similar a la acontecida en el interior del museo de Nueva York, varios meses despues. Todo comienza con la aparición de varios mendigos asesinados de manera brutal y a los que las autoridades no prestan mucha atención. El problema surge cuando una joven, hija de una de las personas mas influyentes de la aristocracia neoyorquina, aparece asesinada con el mismo modus operandi. Es cuanto todos los motores de búsqueda del asesino se ponen en marcha y salen a la luz viejos fantasmas relacionados con los hechos sucedidos tras las puertas del antiguo museo. La investigación llevará a las autoridades a buscar en los subterráneos de la Gran Manzana, descubriendo allí otra gran ciudad, habitada por los huidos de la sociedad que prefieren vivir en la oscuridad... pero enfrentándose a unos nuevos ocupantes de los subterráneos y llamados por los propios habitantes "Rugosos", supuestamente los culpables de las desaparicones de decenas de mendigos. Lo que no saben es lo que son realmente los nuevos inquilinos de la parte mas profunda de la ciudad.

Segunda parte de El ídolo perdido y mucho mejor novela que la primera. Aunque tampoc es una maravilla de la técnica tanto en la narración como en el argumento de la trama, hay que admitir que el desarrollo de los personajes aquí es bastante mas acusado que en la primera novela, que eran ligeramente planos. De nuevo repiten papeles viejos conocidos de la referida primera parte, todos ellos asumiendo los nevos roles de la vida que ahora llevan, y que de nuevo tendrán que enfrentarse a los fantasmas que dejaron atrás con la muerte de la bestia del museo.

Lo mas llamativo de la novela, y por supuesto, lo que la hace mas entretenida, es el conocer la vida de aquellos que tienen su techo bajo los enormes rascacielos de la ciudad de Nueva York. Locos, mendigos, borrachos, asesinos, fugados, ex militares... todos tienen cabida en la oscuridad de los subterráneos de la Gran Manzana, y, lo mejor de todo es que lo narrado es real. Las carreras por los túneles del metro, bajo el Central Park o por el alcantarillado de la urbe, son dignas de cualquier película hollywoodiense, y hay que admitir que es lo mejor de toda la narración.

Otra novela para pasar el rato y que se deja leer con suma facilidad.

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