martes, 24 de enero de 2012

El señor de los anillos. J.R.R. Tolkien



Antes de comenzar, pido disculpas por anticipado porque sé que esta reseña se me va a ir de las manos. Sé que escribo mucho, tanto como hablo, y cuando se trata de la niña de mis ojos, todas las palabras que utilice siempre serán pocas. Por tanto, mis disculpas y que dé comienzo la exposición.

Casi puedo afirmar con toda rotundidad, que poca gente no conoce este precoso libro del maestro J.R.R.Tolkien, aunque sólo sea por el visionado de las películas que hace poco fueron estrenadas.
La novela, tiene tantos defensores como detractores, pero aun así, sigue siendo de obligada lectura para todos aquellos amantes de la fantasía, que quieren verse transportados a un mundo diferente al nuestro, y respirar ese aire onírico que sólo un libro puede hacer sentir a nuestras neuronas.

La historia, cuenta como un poderoso soberano, y renegado de los creadores del mundo, forja unos anillos para someter a su voluntad a los tres pueblos con mas representación de la Tierra Media, lugar dónde se cuentan estas aventuras. Los tres pueblos, representados por sus determinados monarcas, aceptan mediante promesas de poder y sabiduría dichos anillos, sin saber que estos están embrujados, y sometidos a la acción de otro anillo aun mas poderoso que estos, y conocido en todos los rincones de la Tierra Media por el nombre de El Anillo Único.
El Anilo Único, se lo guarda Saurón para sí, sabiendo que este es el más poderoso de todos los anillos jamás forjados, y somete a su voluntad a los tres puebos, el de los Elfos, los Enanos, y los Humanos.
Debido a la interacción de los anillos, y la corrupción de los monarcas, la Tierra Media entra en conflicto, y pronto sucumbe a la guerra, que, afortunadamente, acaba con la derrota del ejército oscuro, y la pérdida del anillo del propio dedo de Saurón.
El tiempo pasó, y no diez ni veinte años, sino cientos de los mismos, hasta que en un golpe de suerte maestro, el Anillo acaba de forma fortuita, en el dedo de un ser insignificante en ese momento, pero que cambiará la historia de la Tierra Media para siempre. Este ser es un hobbit, y su nombre es Bilbo Bolsón.
Bilbo no sabe lo que tiene en su poder, ni tan siquiera sospecha que Saurón, el Enemigo, el que mora en la Torre de Barad Dur, está buscando el Anillo desesperadamente para volver a someter a los tres reinos en la oscuridad de una vez por todas.
Al cabo del tiempo, Bilbo toma la decisión de abandonar su pequeño pueblo, y arrancar en un viaje sin retorno, en el que a su fin, escribirá un libro con todas sus aventuras, y que terminará con su muerte y si viaje a un mundo mejor, mas allá de aquellas tierras, por lo que, para preparar su despedida, decide hacerlo en el mismo día de su cumpleaños. Ese mismo día, su sobrino Frodo, y protagonista indirecto de nuestra historia, cumple años como su tío, y este, al ser su sobrino preferido, decide donarle todas sus pertenencias, incluso su preciado anillo.
Así es como Bilbo parte de su morada, dejando a Frodo con el anillo, pensando que sus nuevas posesiones, no son mas que baratijas, por mucho que su tío se hubiera encariñado de las mismas.
Pero un gran mago amigo de Bilbo y de su sobrino, Gandalf, hace su aparición, y le informa al desdichado Frodo, que el anillo pertenece al Azote de la Tierra Media, y hay que destruirlo, y para ello deberá atravesar todo el mundo conocido, y dejarlo caer en el mismo sitio en el que fué forjado, El Monte del Destino...

Aquí es donde comienza el viaje más fantástico jamás narrrado, y que me transportó durante tres días, a lugares que yo pensaba que no existían, y que sería imposible visitar jamás. De la mano de personajes imposibles como un elfo, un enano, cuatro hobbits, un mago y dos guerreros humanos, visité las húmedas cavernas de Moria, sentí en mi espalda el aliento abrasador de un Balrog, y la helada hoja de acero de un názgul atravesando mis ajdas ropas, sucias del cansado viaje realizado. Pasé varias noches a la intemperie durmiendo en las ramas de un Mallorn, conocí a los monarcas elfos inmortales, y sufrí el desesperanzador miedo que provocaban las huestes de Saurón a las puertas de Minas Tirith y Cuernavilla.
Pero además de los lugares que visité sin moverme de mi habitación, aprendí el valor de la amistad, el de una promesa, y la valentía de un corazón que se siente arropado por un compañero. Conocí la magia de verdad, miles de hechizos y sortilegios, y aprendí que las criaturas como los dragones, suelen vivir en montañas deshabitadas, y duermen sobre un lecho de oroy joyas increibles.
Todo esto, es lo que me encontré en esta maravillosa obra, que no puede ser expresada ni con miles de halagos por mi parte, y que creo, que todos estamos obligados a leerla al menos una vez en la vida.
Espero que si nunca lo habéis leido, y mis palabras os han invitado a hacerlo, disfrutéis tanto como yo de su lectura, y si pasáis por Hobbitón, darles recuerdos a la familia Ganapié y Sacovilla-Bolsón de mi parte.

2 comentarios:

  1. Soy una fan incondicional de Tolkien, creo que empecé a leer gracias al Señor de los Anillos, porque hasta entonces me leía un libro por año (quién lo diría ahora...), pero desde que empecé con estos libros, mi número de libros ha aumentado exponencialmente y mi cuenta corriente ha disminuido a la par....

    Un besazo ;)

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  2. Si, quizá yo sea parecido a ti en ese aspecto de la cuenta corriente... respecto a la lectura, desde que tengo uso de razón he leido sin descanso. Ahora mismo no recuerdo cual fue el último día en el que no estaba leyendo algún libro en alguna época. Según mi familia, ya de muy pequeñito leía sin descanso, pero no puedo asegurarlo, ya sabes cómo es el amor familiar...

    Me alegro de que hayas aterrizado por aquí y amenices las entradas con tus comentarios. Intentaremos ser igual de agradecidos.

    Un besazo.

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